Capítulo 3

Se había levantado hacía 2 horas solo para arreglarse. Estaba nerviosa.


Ana no era popular, y a pesar de sus actitudes fiesteras era una excelente alumna en todas las áreas, siempre entre las mejores calificaciones. Utilizaba el uniforme totalmente bajo regla; camisa blanca, falda escoces burdeo y gris hasta las rodillas de donde nacían sólo 5 centímetros más abajo las medias blancas, además de llevar siempre su chaleco burdeo de lana que le había tejido su madre. Siempre con una coleta alta. No utilizaba lentes con marco, porque cuando cumplió los 16 su padre le regaló los de contacto que tanto quería.

Con respecto a su ropa, no pudo hacer mucho más que bajar las medias un poco. Soltó y cepilló su cabello castaño claro y esté le llegó a la altura de los pechos.

Tenía miedo de que el chico con el que se volvería a encontrar además de borracha y patética  la catalogara como ñoña.

- Má, ¿podríamos cortar un poco está falda? - tomó las puntas de la tela y las extendió a sus costados - Por favor.

- Woow, ¿Ana preocupándose de cómo se ve para ir al Colegio? - Cris apareció en la sala con su bolso colgado al hombro - ¿Algún chico?

- CRISSS! Deja de hablar idioteces y vámonos - Tomó su bolso sobre el sillón y caminó hacía la puerta - Apúrate, no podemos llegar tarde.

El pueblo de Ana era pequeño y solo había un gran colegio por donde estaban obligados a pasar todos los jóvenes de los alrededores. Tenía dos jornadas. Durante la mañana asistían los más grandes y en la tarde los pequeños porque no daba abasto para reunirlos a todos a la vez.

El trayecto siempre lo recorrían los hermanos juntos y a pie, ya que Cris obligaba a la mayor a hacer algo de actividad física, aunque eso resultará solo ser la caminata al colegio.

《Cris tiene razón, ¿qué hago arreglandome solo para ir al colegio? Debo haberme vuelto loca para que me importe un desconocido》

- ¡ANAAAA! - Unos brazos rodearon su cuello.

- ¡Ah! ¡Kate! ¿Cuantas veces te he dicho que no hagas eso? - Siguió caminando como si la mayor no fuera colgando en su espalda - ¿Cuanto más piensas quedarte ahí?

Kate se descolgó para tomar el brazo de Cris a su lado

- Cris, ¿Por qué tu hermana es tan amargada? - Lo miro a los ojos y enseguida bajó la mirada.

- Lo mismo me pregunto cada mañana.

- No soy amargada - Miró a su amiga y hermano 《Son tan obvios》

Kate era pequeña y delgada, de pequeños ojos oscuros, nariz pequeña y puntiaguda, cabello hasta los hombros y flequillo que cubría una amplia frente. Siempre cambiaba el color de su cabello, pero ahora lo llevaba de un rojo oscuro que resaltaba sobre su piel clara. Su amiga era mucho más guapa que ella y al lado de su hermano se veían como si hubiesen sido diseñados para estar juntos, se gustaban y todo el mundo lo sabía aunque nunca lo hubiesen dicho en voz alta, pero ninguno se atrevía a dar el primer paso.

La mañana pasó rápido y el chico nuevo no dió señales de vida, por lo que Ana se relajó y despreocupó del tema. Volvió a atar su cabello y pasear como si nada por los pasillos.

La construcción del edificio era antigua. Donada por algún fundador. Fueron construyendo las extensiones sobre el cimiento inicial. Los salones eran amplios, sin más de 20 pupitres por clase, casilleros en los pasillos, un gran comedor donde los estudiantes almorzaban antes de regresar a sus hogares, tres baños grandes con varios retretes para cada sexo ubicados en las tres alas del liceo, el gimnasio era uno y se utilizaba para todos los deportes y actividades recreativas. Los alrededores, como todo en el lugar, era forrado por la naturaleza y bañado por el lago que le daba nombre al pueblo “San Marcos” y al cual Ana amaba con locura. Una vez su padre le ofreció ir a la Capital a estudiar con sus primas, pero con un “NO” rotundo y sin espacio para insistencias, la idea fue desechada. No se mudaría por nada del mundo.

La jornada había  contribuido con dos notas máximas en Álgebra e Inglés, una buena noticia pero nada novedoso. Ana tenía facilidades extraordinarias para entender y memorizar no sólo sobre las asignaturas, esto se había aplicado en su día a día desde pequeña.

Al terminar las clases las amigas irían juntas a “Verona”,  la nueva cafetería que se había abierto en el centro del pueblo y a la cual debían ir esa tarde si no querían que alguien más les ganará la primicia. Eran compradoras compulsivas y siempre querían ser las primeras en comentar sobre lo que fuera. Siempre había sido así. Un año antes asistieron un mes seguido a la biblioteca, donde conversaban más de lo que leían, solo para decir que ya habían pasado suficiente tiempo ahí.

La mayor se había devuelto al salón por su bolso olvidado, mientras Ana la esperaba en la puerta del liceo, donde había saludado por lo menos a 20 estudiantes cada vez más irritada.

Sintió como la cogían del hombro por la espalda.

- Ya era hora, ¿Cuanto más crees que te iba a esperar? - Fue articulando la frase mientras se volteaba.

El color se le fue del rostro.

- No sabia que me esperabas - El chico le sonrió con unos dientes perfectos.

- ¿T..tú? - Ana tenía los ojos abiertos como platos, después de todo había olvidado por un momento el inminente suceso.

- Wow, ¿Me recuerdas? - Le dedicó una sonrisa burlona - No pensé que en el estado en el que estabas te..

- ¡Cállate! -  Ana le tapó la boca con su mano pero la retiró en el instante. El tacto le acaloró la piel de los dedos - No es necesario hablarlo.  

Todo el color que la había abandonado regresó de golpe a sus mejillas, ardiendo y avergonzándola aún más, nerviosa por la situación. Las piernas se le volvieron de papel y sentía que en cualquier momento éstas cederían y terminaría en el piso. No lo quería cerca. Uno de sus mayores problemas era el temor al ridículo y este chico le estaba haciendo sentir más que eso.

- Te vi hace un rato, pero traías el pelo suelto, me costó reconocerte ahora - La miro de pies a cabezas - Te iba a saludar.

《Que se vaya por favor》

- Ah, pues... Hola... me tengo que ir - Miro a Kate que se acercaba trotando y con los cabellos revueltos - Un gusto - dijo mientras comenzaba a caminar hacía su amiga con el paso más firme que sus nervios le permitieron..

La tomó por el brazo.

- Oye, ¿como te llamas? - La giró hasta dejarla frente a él, tan cerca que pudo sentir su aliento cálido en el rostro -  Me llamo Angel.

《¡Cálmate! Esta jugando ¡Cálmate!》

- No te importa - Le miró desafiante, contradiciendo con las emociones que cruzaban por su sistema.

La piel le quemaba y la sensación le gustó. Tardó unos segundos en calmarse lo suficiente para soltarse e intentar demostrar indiferencia frente a la situación. Apartó la mano que la sostenía con la suya y nuevamente la electricidad la recorrió.

Caminó lo más firme que pudo hasta su amiga.

- ¡¡ANA!! - Kate gritó a todo pulmón 《Maravilloso》 - No sabes lo que me costó encontrar… - Calló al ver al chico - Ho.. Hola Angel.

- Hola Kate, gracias por lo de la otra noche y lo de ahora.

Se dirigió hacía la avergonzada joven. Se paró frente a ella y la miró descaradamente. Los ojos parecían haber sido diseñados a mano, como si hubiesen colocado una a una las pestañas, muchas pestañas que los rodeaban. Brillaban. Eran peligrosos si lograban atraparte.

- Cuídate Ana - le guiño - Nos vemos.

Dió la vuelta y el castaño se marchó, dejando a dos muchachas con la boca abierta y en completa confusión.

- Kate

- ¿Ah?

- Juro comprarte un bozal uno de estos días.

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